lunes, 6 de agosto de 2012
Rottweillero
Hagamos una analogía para aclarar mi punto:
Tomemos a un sujeto, un adulto entre los 25 y 30 años, que comparte una serie de principios, ideas, metas, creencias; que pertenece a un grupo. Pongamos ahora a un animal peligroso: un rottwailler, adulto domesticado, bien alimentado y en condiciones físicas superiores a las que alcanzaría cualquiera de su especie en libertad. Vayamos ahora a la situación: el hombre, en su condición post adolescente, decide pararse frente al grupo y demostrar que ya es un adulto; no se le curre al imberbe mejor ritual que el de enfrentarse en fiera lucha al peligroso animal: al rottweiller. Así que el joven ansioso de aprobación, valiéndose de las herramientas creadas por el homo-sapiens-sapiens para el dominio de la naturaleza, tortura lenta y sanguinariamente al perro, llevándolo al límite de su fuerza vital; provocando su ira y su confusión; produciéndole heridas quirúrgicas que lo llevaran despacio a la inconsciencia y a la muerte.
Seguramente usted sabe que la educación es la repetición constante de ideas básicas, que sirven como base e introducción a la cultura. Sin duda, durante su preparación académica, le explicaron que la cultura es un conjunto de ideas complejas en torno a la praxis, la psique y el mito, y que, necesariamente, son compartidas por un grupo. Usted entiende que el arte no es sino la sublimación de esas ideas.
Para su demostración, el joven usa un traje de color chillante, ajustado de manera que evidencia la fortaleza de su edad y la firmeza de su trasero; adornado con algún genero tradicional de estoperoles y/o lentejuelas. Este traje es usado por los miembros de su tribu desde hace cientos de años y encierra todos lo códigos del macho alfa; su correcta ejecución deriva en la reproducción y garantiza la prevalencia de su especie. Por eso es aplaudido con tanto fervor cuando su brutalidad se expresa sin cortapisas; por eso se celebra su acto como al de un soldado que defiende la patria y su pueblo.
No se trata de estar de acuerdo o no. Valdría más analizar, ¿cuál es el destino de una cultura que basa su conducta en expresiones de este tipo? ¿Cómo sería su relación con culturas-pensamientos diferentes al suyo? ¿Cuál su política?
¿Podemos analizar esto sin antes analizar nuestras propias expresiones?
Cuando dos culturas se ven enfrentadas, sus expresiones se convierten en formas de resistencia, pues no es posible someterse a la arbitrariedad de las ideas, cuando el acuerdo grupal permanece vigente. Por eso toda conquista requiere una conquista cultural, que enseñe a los sometidos a defender los principios de pensamiento de sus opresores.
Cuando un grupo de personas se reúne para protestar contra la fiesta taurina, bajo el argumente de que "eso no es arte ni cultura", es identico al grupo de personas que protesta contra el fraude electoral bajo el argumento de que "eso no es legal". La ley y la cultura nos han sido impuestas; no seamos ilusos: la ilustración no vino a rescatar a la humanidad.
domingo, 3 de junio de 2012
sábado, 2 de junio de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
La resistencia del poder.
Resistencia es una palabra asociada al movimiento pacifista de Mahatma Gandhi, a los movimientos civiles y a las nuevas estrategias con que se combate el avance corrosivo del capital. Sin embargo, nada hay que se ajuste de forma más exacta al termino "Resistencia", que la forma de operar del poder, el estado y los políticos. Toda conquista social, toda garantía, todo cambio en la estructura de privilegios que mantienen la riqueza en poder de unos pocos privilegiados; requiere de largos periodos de lucha, activismo y concientización; que, de inicio, son reprimidos por simple protocolo. Antes que los capos del estado admitan siquiera la posibilidad de responder a las demandas populares, se habrá de pasar por años de negación y condena pública, apoyada por los aparatos de comunicación y propaganda; se habrá de escalar de izquierda a derecha, de la clandestinidad al "dialogo", de la exigencia a la negociación. Al final, no habrá modo de obtener una migaja, sino a través del voto: admitiendo que sólo el poder es capaz de efectuar un cambio, y sólo lo efectuará cuando el aplauso sea el estímulo.
Este proceso costará tantos años, que al final nadie recordará de donde surgieron las demandas o para qué servían. El estado, en cambio, nos recordará a cada instante que, en su infinita compasión, nos lo ha regalado. Pero existen circunstancias donde estos mecanismos pierden la piel y nos muestran su verdadera naturaleza. Las revoluciones son un ejemplo claro de como, al final, se impone la dictadura del dinero por sobre el interés general. Más claro, y más reciente ejemplo es el de los desastres naturales. Cualquier sistema (el caso de New Orleans es un ejemplo), al ser sacudido por un siniestro, pone en evidencia su desigualdad. En medio de la crisis, el estrado decretará el "derecho a la salvación"; todo hombre tendrá, a partir de ese momento, derecho a ser rescatado por una ONG y no morir bajo la crueldad de la naturaleza. Pero, ¿de que servirá este derecho si las Ongś son insuficientes? ¿si no llegan los víveres necesarios de otros países? ¿si las donaciones son apenas suficientes para reconstruir el palacio de gobierno? Se reducirán los impuestos y se abrirán créditos. Aunque la mayoría no tenga trabajo, no tenga casa, ni sea sujeto de crédito. Sin duda veremos que en los barrios privilegiados se siguen estrenando autos, y que la clase media hará valer las nuevas garantías, en favor la reconstrucción de la economía que NO le pertenece. Los pobres seguirán siendo pobres (la gran mayoría de México y del mundo), los explotados que sobrevivan, regresaran a métodos de explotación aumentados por la crisis. El aumento de garantías, el contrato social, solo aumenta los privilegios de las clases privilegiadas; es la perfección de un sistema político que se alimenta de la democracia.
jueves, 15 de marzo de 2012
SPRINGBREAK
Dentro de la trilogía de monólogos ¡MALDITA PRIMAVERA!
Autor y director: Eloy Hernandez M.
Interpreta: Jorge Alejandro Suárez Rangel
en temporada durante Marzo del 2012, en el trolebús Doble Vida.
sábado, 4 de febrero de 2012
La diferencia entre el voto nulo y no votar.
El voto es una conducta humana, innata. Toda la vida nos la pasamos dando la opinión que nadie nos pidió y, aunque no lleguemos a obtener nada con nuestra insistencia, nada nos corrige de esta conducta. Hablar de política, religión o fútbol (esos temas tan chocantes); son síntomas de esta conducta, necesidad necia de la organización grupal.
Hoy día este "derecho" ha sido anulado por la producción masiva, que nos empaqueta en cajas de veinticinco millones bajo la instrucción de "Ahí háganse bolas". El voto nulo es, de por sí, una redundancia. Sin embargo la especie encuentra la forma de adaptarse, aún en las condiciones más adversas (Ojo: adaptarse es antónimo de someterse), aplicando los mecanismos primarios de la conducta en escenarios modernos. Hay múltiples ejemplos en lo que se ha dado en llamar "Resistencia", con múltiples manifestaciones al rededor del mundo, donde México no es excepción; siendo el momento actual el de mayor actividad desde la época de Gandhi.
Aunque podemos hablar directamente de las formas en que los movimientos civiles han hecho valer su opinión en el régimen contemporáneo, utilizaré una analogía para referirme a la diferencia en cuestión: Voto nulo y no votar. Para tal efecto, referiré esta historia real:
Hace pocos años, obedeciendo a un tratado internacional, fue cerrado el relleno sanitario que recibía la contaminación familiar (basura casera) de la ciudad de Cuernavaca. Durante los primeros días, los habitantes de dicha ciudad acumularon tantos desperdicios como les permitía el espacio dentro de sus patios, zotehuelas o debajo del fregadero. Entre los cinco días y la semana de ausencia del servicio público, la mayoría de la población sacó la basura a las banquetas y, posteriormente, al arroyo vehicular, como forma de protesta contra la falta del servicio. Como la administración local no conseguía resolver el problema, siguieron pasando los días hasta convertirse en un escandalo mediático, y en una emergencia nacional; en este estricto orden.
Mientras tanto, los afectados seguían produciendo toneladas de unicel, plástico, aluminio, papel, etc. Pero el gran agravante vino con los desechos orgánicos: las grandes cantidades en descomposición, colocadas frente a los hogares de quienes las habían producido, se revelaban cual monstruo de Frankestain, intoxicando el ambiente con gases nocivos, cargados de pestes biológicas. Todo parecía indicar que se cumpliría el mes sin servicios de limpieza. Entonces vino lo extraordinario.
Con la evidencia latente, no hubo mejor libro de texto ni educación ambiental que explicara a los cuernavaquenses, la naturaleza del problema de la contaminación. Y justo cuando empezaba a despertar la conciencia colectiva, cuando empezaron a disminuir su producción de residuos sólidos y a separarlos de los orgánicos, cuando conocieron por vez primera a sus vecinos, en el afán de organizarse; justo cuando empezaban a entender que podían manejar por si solos el problema de la basura, aparecieron, cual jinetes del apocalipsis, los camiones de basura, perdonando todos los pecados y limpiando las memorias de aquella pesadilla insalubre.
He aquí la prometida y muy postergada analogía:
El voto nulo es como decir: "Yo separé entre orgánico e inorgánico, pero los del camión la volvieron a mezclar; ya no es mi culpa." o "Yo levanto la caca de mi perro y la meto en su bolsita, pero no tengo la menor idea de que hacen después con ella"
El votante nulo está cargado de buenas intenciones, pero su inconsciente lo traiciona y le hace notar que su esfuerzo es nulo.
No votar es como decir: "Desconozco al camión de la basura, me inclino por buscar por mi mismo la forma de solucionar el problema y, en el momento propicio, buscar organizarme con mis vecinos para crear un proyecto conjunto,"
He aquí la diferencia entre voto nulo y no votar, necesaria de aclara porque a primeras oídas suenan igual. Desde mi punto de vista, cualquier voto dentro del IFE, es un voto por el IFE, por su autenticación; un respaldo a sus mecanismos y resultados. Mi convicción: no votar, no perder el tiempo en las urnas, no inscribirse al padrón, salvo que sea con alguna intención práctica, distinta del voto (y vaya que el estado nos obliga a hacerlo con todos y cada uno de sus recursos).
En cuanto al voto por los partidos, concuerdo con la visión de muchos teóricos de la resistencia: se puede usar como medio de presión en un escenario donde las inclinaciones de los partidos están claramente diferenciadas por sus actos en el pasado. En nuestro país no existe esta diferenciación y la tendencia es contraria a la diferencia: a cada periodo las acciones de gobierno de los distintos partidos son más parecidas entre si y más distintas a la demagogia con que asaltan los puestos de poder. El electorado obedece cada periodo con mayor medida a reglas de fe, competencia, oportunismo y marqueting. Si lo que desean los votantes es escupir a sus adversarios y recibir favores del tótem, entonces están en el camino correcto.
Hoy día este "derecho" ha sido anulado por la producción masiva, que nos empaqueta en cajas de veinticinco millones bajo la instrucción de "Ahí háganse bolas". El voto nulo es, de por sí, una redundancia. Sin embargo la especie encuentra la forma de adaptarse, aún en las condiciones más adversas (Ojo: adaptarse es antónimo de someterse), aplicando los mecanismos primarios de la conducta en escenarios modernos. Hay múltiples ejemplos en lo que se ha dado en llamar "Resistencia", con múltiples manifestaciones al rededor del mundo, donde México no es excepción; siendo el momento actual el de mayor actividad desde la época de Gandhi.
Aunque podemos hablar directamente de las formas en que los movimientos civiles han hecho valer su opinión en el régimen contemporáneo, utilizaré una analogía para referirme a la diferencia en cuestión: Voto nulo y no votar. Para tal efecto, referiré esta historia real:
Hace pocos años, obedeciendo a un tratado internacional, fue cerrado el relleno sanitario que recibía la contaminación familiar (basura casera) de la ciudad de Cuernavaca. Durante los primeros días, los habitantes de dicha ciudad acumularon tantos desperdicios como les permitía el espacio dentro de sus patios, zotehuelas o debajo del fregadero. Entre los cinco días y la semana de ausencia del servicio público, la mayoría de la población sacó la basura a las banquetas y, posteriormente, al arroyo vehicular, como forma de protesta contra la falta del servicio. Como la administración local no conseguía resolver el problema, siguieron pasando los días hasta convertirse en un escandalo mediático, y en una emergencia nacional; en este estricto orden.
Mientras tanto, los afectados seguían produciendo toneladas de unicel, plástico, aluminio, papel, etc. Pero el gran agravante vino con los desechos orgánicos: las grandes cantidades en descomposición, colocadas frente a los hogares de quienes las habían producido, se revelaban cual monstruo de Frankestain, intoxicando el ambiente con gases nocivos, cargados de pestes biológicas. Todo parecía indicar que se cumpliría el mes sin servicios de limpieza. Entonces vino lo extraordinario.
Con la evidencia latente, no hubo mejor libro de texto ni educación ambiental que explicara a los cuernavaquenses, la naturaleza del problema de la contaminación. Y justo cuando empezaba a despertar la conciencia colectiva, cuando empezaron a disminuir su producción de residuos sólidos y a separarlos de los orgánicos, cuando conocieron por vez primera a sus vecinos, en el afán de organizarse; justo cuando empezaban a entender que podían manejar por si solos el problema de la basura, aparecieron, cual jinetes del apocalipsis, los camiones de basura, perdonando todos los pecados y limpiando las memorias de aquella pesadilla insalubre.
He aquí la prometida y muy postergada analogía:
El voto nulo es como decir: "Yo separé entre orgánico e inorgánico, pero los del camión la volvieron a mezclar; ya no es mi culpa." o "Yo levanto la caca de mi perro y la meto en su bolsita, pero no tengo la menor idea de que hacen después con ella"
El votante nulo está cargado de buenas intenciones, pero su inconsciente lo traiciona y le hace notar que su esfuerzo es nulo.
No votar es como decir: "Desconozco al camión de la basura, me inclino por buscar por mi mismo la forma de solucionar el problema y, en el momento propicio, buscar organizarme con mis vecinos para crear un proyecto conjunto,"
He aquí la diferencia entre voto nulo y no votar, necesaria de aclara porque a primeras oídas suenan igual. Desde mi punto de vista, cualquier voto dentro del IFE, es un voto por el IFE, por su autenticación; un respaldo a sus mecanismos y resultados. Mi convicción: no votar, no perder el tiempo en las urnas, no inscribirse al padrón, salvo que sea con alguna intención práctica, distinta del voto (y vaya que el estado nos obliga a hacerlo con todos y cada uno de sus recursos).
En cuanto al voto por los partidos, concuerdo con la visión de muchos teóricos de la resistencia: se puede usar como medio de presión en un escenario donde las inclinaciones de los partidos están claramente diferenciadas por sus actos en el pasado. En nuestro país no existe esta diferenciación y la tendencia es contraria a la diferencia: a cada periodo las acciones de gobierno de los distintos partidos son más parecidas entre si y más distintas a la demagogia con que asaltan los puestos de poder. El electorado obedece cada periodo con mayor medida a reglas de fe, competencia, oportunismo y marqueting. Si lo que desean los votantes es escupir a sus adversarios y recibir favores del tótem, entonces están en el camino correcto.
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