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sábado, 8 de junio de 2013

El establishment cultural.



Aunque las instituciones culturales mexicanas cumplen su labor colonial de dotar de una renta a cierta élite, en el fondo funcionan igual que en Euripa y el resto del mundo. Su labor no es censurar ni dictar el contenido de manera directa. Igual que en la maquila y el outsourcing, las instituciones culturales enseñan al obrero a trabajar acorde con los mecanismos de producción capitalista. No es ningún error que sus oficinas y burócratas, obstruyan en lugar de ayudar a la difusión de las manifestaciones independientes, que construyan tales laberintos para la obtención de cualquier tipo de apoyo y que se manifiesten en todo momento como incapaces de enfrentar la totalidad de la demanda cultural y la necesidad de organización, difusión y subvención.
Así es, las instituciones culturales establecen el monopolio del concepto de arte y cultura para luego declarar su falta de recursos: su incompentencia. De este modo consiguen obstaculizar el desarrollo de las causas que enarbolan, estableciendo un dique entre lo que dicen promover (la cultura) y sus manifestaciones. La frustración que provocan tales circunstancias; el desencanto de los creadores que acuden a tales edificios en busca de la cultura monopolizada, o bien en busca del público monopolizado, o la difusión, o el simple derecho a usar la palabra arte dentro de su trabajo; el descontento y la contradicción, no son erores en el proceder de la institución; son su razón de existir.
Igual que la universidad encarga imposibles trabajos a sus pupilos, reduce la matricula de grado en grado y los moldea para que más tarde sean elemento productivos en el sistema de competencia; la frustración que producen las instituciones culturales no tarda en convertirse en conformismo. Los creadores, impulsados por el hambre y el deseo de reconocimiento, practican la autocensura y compiten entre si para entregar los contenidos más efectivos a la gerencia cultural. Casi no importa cual sea el contenido social que estas obras muestren al público subvencionado, lo importante es reforzar el aparato jerarquico y reafirmar la idea colonial de que la cultura no es un fenómeno espontaneo de las agrupaciones humanas, sino algo que se dicta desde arriba, de manera unilateral y no precisa de réplica.

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